MALEDICENCIA Y BENEVOLENCIA
Si la palabra crea, o al menos, influye, en nuestra realidad cotidiana, la maledicencia, esto es DECIR EL MAL, configura uno de nuestras mayores desventajas en esta bendita sociedad. O debería decir “mal-dita” ¿?
Que oscuro apego a la maledicencia nos atrapa, estos días? Que nefasta obsesion con decirnos los malo, buscar lo malo, ahondar hasta la saciedad lo negativo, lo dañino, lo peor de cada uno?
Desde los mas antiguos textos religiosos, hasta la moderna información neurológica, desde incluso nuestra morbosa biblia judeocristiana, hasta la PNL, las comprensiones de la sincronía entre nuestros programas conscientes tanto como vegetativos tisulares y celulares, el tan manipulado, aunque no por ello menos importante concepto de la Memoria Celular, indica, refiere, esta aseveración de que la palabra dicha, configura nuestra mente, configura nuestros programas neurohormonales, fisiológicos, configura en síntesis nuestra realidad.
Algunos se desgañitan promoviendo una HIGIENE VERBAL, mas aun una HIGIENE MENTAL, sobre la conveniencia de decir lo bueno, y sobre todo Pensar, lo bueno. Hasta la parodia humorística, se insiste en PENSAR EN POSITIVO, HABLAR EN POSITIVO, extendiendo a su origen esto de que si eres lo que comes, mucho mas eres lo que hablas y mas aun, ERES LO QUE PIENSAS.
Que disociación maligna, nos hace insistir, en viejos y perjudiciales, modelos de pensar negativo, y de hablar negativo?
Que distancia abismal a veces entre lo aprendido y lo aplicado.
Que mecanismos poderosos nos arrastran a deleitarnos con la maledicencia, esa fruición en denostar, hasta destripar chismorreando, incluso calumniando ferozmente, al prójimo?
Sin duda, esto es propio de nuestras etapas infantiles. Todos atravesamos la infancia, aprendiendo, seleccionando nuestros recursos perfeccionándolos, MADURANDO.
Algunos, claro, quedan empantanados en ella. De eso se trata. Recordemos, observemos a los niños en edad pre-racional, o en pleno desarrollo de ella.
Con que pasión, discuten, como se atacan, echando mano a cuanto recurso discursivo tienen. En ellos no importa si es verdad, o la magnitud de lo esgrimido , se trata solamente de “ganar” que es ganar para un niño? Quedarse con la ultima palabra. Que absurda nimia, INFANTIL, victoria, si lo pensamos “RACIONALMENTE” gritar por encima del otro, taparse los oídos a los ataques del otro, “mas lo sos vos”, suelen ser los epilogos temporales de estas disputas. Le suena conocido?
Claro, actualmente vemos entre adultos, en el mismísimo parlamento a nuestros representantes, la voz mas alta, de nuestra trama organizativa, esta tristísima, desubicada, deplorable escena. Mas cercanamente lo vemos en nuestra familia, trabajo, en la calle, en todos los estamentos de nuestra sociedad. Un niño, dice orondo, “LO DEJE CHATITO, lo venci. Triunfante. Triunfante de que? cual es aquí el triunfo? Lo convenció? No. Aprendió algo uno o otro?
No. Cambiaron al afirmar algo erróneo su carácter de erróneo? Se convirtió en cierto algo falso? No. Cual es el triunfo? En los niños, es valido ese entrenamiento, esas escaramuzas verbales o fisicas, en la afirmación de su identidad, en el ejercicio de defender un espacio propio, en el juego de la supervivencia mas básica, aquella donde un espacio, físico o virtual es mio, o es tuyo, lo gano o lo pierdo, es vos, o yo. En ese periodo, los ADULTOS MADUROS, RESPONSABLES. Que educan al niño, por acción u omisión, Intervienen en el proceso madurativo, orientan, explican, encauzan estas manifestaciones naturales y propias de la etapa evolutiva, y dotan a los niños de los recursos madurativos, reflexión, internalización, etc. entre sus pulsiones agresivas de supervivencia, de aniquilar lo otro, para prevalecer, y la necesaria , imprescindible compasión que nos permite sintonizar con el dolor del otro, que se plasma en solidaridad. Aquí, un adulto maduro, le ayuda al niño a afrontar la frustración que la realidad impone a sus fantasias omnipotentes, ese adulto necesario, si es sabio, enseña, que la realidad es mas valiosa mas conveniente que sus irracionales ilusiones. Le enseña que la realidad es hermosa, perfecta, y le hace ver en cada dificultad una oportunidad, en cada desventaja la ventaja, y en cada ventaja la desventaja, o sea, un adulto sabio, sabe, que la realidad es dual, y le muestra la infinita y maravillosa variedad de opciones, esa libertad de experimentar, aprender, crecer que es el vivir. Asi el niño va incorporando sentido de limites y oportunidades. Proyecta y retrae su espacio físico y egoico. Madura. Se hace responsable, realista sin dejar de soñar, va un poco mas alla, y esta listo para aceptar las limitaciones que la propia realidad le impone, se moldea esa relación entre sus deseos y sus logros. Madura. Esto es madurar. Y como se ve, requiere inexorablemente de la presencia de ese adulto “MADURO”. Amoroso, y firme. Sin concesiones a las ilusiones falsas, y sobre todo, firme en la necesidad de compartir, renunciar a algo de lo propio para construir lo social. Socializar al niño, reforzando sus derechos en el marco de los derechos de los otros. Aquí el niño aprende, experimenta la conveniencia de compartir, cooperar, asociarse, sin perder su individualidad, desarrolla su libertad a la par que su responsabilidad. Sus derechos y sus obligaciones. Que otra cosa es socializar?
El niño aquí aprende a defender lo suyo dañando lo menos posible al otro y hace el transito desde la COMPETENCIA Y ANIQUILACION de los mandriles, hacia la COOPERACION Y ASOCIACION de la civilización y organización humana. No una utopia también ilusoria de todos somos iguales y nos amamos, color de rosa, sino una real posibilidad de convivencia, que incluye las tensiones reales de la preservación y defensa de mi yo. No una bondad vulnerable e ingenua que pueda terminar en ser abusado o manipulado, no un ser indefenso ante la agresividad del otro, sino firme en si mismo, atento a la amenaza externa, pero no desmedido, “atacando preventivamente”, a cuanto se le cruza, presumiendo en cada projimo una agresión inexistente, porque eso son los abusivos, alguien que se defiende de un ataque no es, salvo en su inseguridad y sus temores mas inconscientes. Si vos no los vences antes, ellos te vencen a vos… es un discurso típico de los violentos y prepotentes. Conformando un circulo vicioso de te ataco me atacas, te contraataco, etc… esto denosta una debilidad, una inadapatacion a la realidad, mas que una “fuerza”.
Quien puede considerar a estos especímenes “ganadores” o exitosos? Otro igualmente débil, inadaptado a la realidad, temeroso y vulnerable. Otro “mal educado” o mal aprendido.!
La agresión puede ser verbal o física, incluso la violencia no expresa, interna, de la mala intencion. En cuanto a los ataques de la palabra, a la lucha de los insultos, calumnias, y hasta las aparentemente inocuas criticas o sutiles descalificaciones, todas ellas constituyen golpes y heridas, mal que nos pese. Y el efecto en nuestra integridad síquica y física, configura un ataque, un trauma, tan evidenciable como el daño físico. Asumimos, sabemos, nos hacemos cargo de esto?
Es esto propio e insoslayable de los humanos? Si y no. Es parte de nuestro ser y nuestra evolución cultural, es propio de ese mamifero cuyos programas conductales nos preceden,y se guardan como una progresión evolutiva. En nuestro rinencefalo, esa maravillosa area amigdalar que cada dia nos revela algo mas, persisten, un cerebro reptil, un cerebro mamífero y las experiencias de nuestro linaje humano. Muy cercanos, los homínidos superiores como el gorila, chimpancé, orangután con quienes compartimos casi toda la estructura de vínculos y jerarquías familiares. Por detrás, el mandril. Esa conducta de permanente lucha, donde siempre la organización se establece detrás de un lider y contra otros, ese lógica de lo militar, de la lucha permanente, donde el oponente define nuestro accionar y nuestra pertenencia, persiste aun en muchos rasgos y modos de agrupación de tribus, corporaciones, sociedades .Asi, lo que yo soy se define por oposición a lo que no soy , que es el otro, y la dialéctica de la eliminación de uno por el otro. En cuanto se ha superado un enemigo, la lucha continua internamente, caen y surgen nuevos lideres, aquellos que logran encontrar un “enemigo” algo que haga necesario la aglutinación y subordinación para esta nueva lucha. Y asi indefinidamente, solo la confrontación, da identidad y sentido a la acción. Mucho hemos avanzado, los homínidos, y en particular ese homo sapiens sapiens que somos, en la organización y perfeccionamiento de modos de convivencia. Lo mas conveniente, y aun abriéndose paso, instalándose al menos en el discurso de lo deseable, y moderno, la cooperación cada vez mas supera esta anterior dialéctica de antagonismo, y se resuelve en una resultante superadora, y el primitivo esto contra lo otro, deviene en esto Y! lo otro, (aquí el Y aparece resaltante y enfatico) una síntesis que contiene a ambos componentes. Eso es la evolución humana, progresiva y progresista. Lo anterior es retrogrado, retrogrado hasta el mandril. Esta lógica del mandril la vemos a diario, en plena puja por el modelo humano, donde la compasión y el apego, la racionalidad de defenderse sin dañar, la cooperación, la negociacion, la renuncia a parte de mi, para hacer espacio a lo de el otro, condicionan y limitan los alcances de la confrontación y la agresividad. Hacia eso vamos, coexistiendo lo nuevo con lo viejo. Lo viejo, parece haber tomado fuerza, o al menos una exposición en el discurso, lenguaje, medios masivos, abarca escenarios que desde la trivialidad de la farandula, salta al mismísimo espacio de lo formal, las instituciones, los gobernantes, los políticos, lo académico. Una agresividad conceptual, una guerra sin cuartel, una desesperada defensa, como de vida o muerte, que se ha dado en llamar “crispación” campea en el quehacer cotidiano. Que se juega aquí? Que se defiende? Que esta en peligro? Que territorio de supervivencia están defendiendo?
O es solo una ficción de atacantes y atacados, emanada del imaginario infantil, de nuestros miedos infantiles, de la impostación del peligro, un remedo de las guerras que ya no son, aunque lo fueron, una furia digna de mejor causa, que nos enfrenta, no como adultos, sino con la metodología infantil, la inmadura actitud que es una etapa lógica y normal en los niños, y es una patología, extendida pero patológica al fin, en un “adulto por su edad”.
Los invito a observar y observarnos, adultos, de cualquier edad y nivel sociocultural, incluso ancianos discutiendo, comportándonos como niños de 5 años, inmóviles, sin madurar, sin alcanzar los recursos de la adultez humana, que hace posible discutir, disentir, como proceso de afirmación de lo propio, hacia una resultante sintetizadora, de lo propio con lo ajeno, de mi yo con el otro, objetivo básico de la convivencia y la vida social. No lo aprendimos? Lo olvidamos? Sobre todo, nos conviene esta inmadurez discursiva, que se hace extensiva a casi todas nuestras conductas privadas y publicas? Sin duda que no. Que falla en este accionar? Que recurso no adquirimos en nuestra educación, en esa etapa sensible de la niñez y adolescencia? El principio de realidad. La aceptación de las limitaciones propias, la capacidad de frustración, que son la base de la seguridad y autonomía del adulto. Que situaciones justifican la agresividad de autodefensa y preservación? Alimento, territorio, apareamiento. Estas pulsiones básicas de supervivencia, que orientan la agresividad como fuerza de trabajo, creación, voluntad, esfuerzo, perseverancia, en los adultos, se manifiestan en esa crispación, ese estar defensivo y atacante? Sobre todo, son eficientes? Nos solucionan o acercan a la solución? O solo nos desgastan y mantienen en un circulo vicioso de queja, frustración, enojo, mas queja, etc.? Sin salida. Que hacer? MADURAR. Asumir nuestra participación en la creación de la realidad, incluyendo la nuestra. Aprender, la causa y efecto, de nuestras situaciones. Bendecirnos decirnos lo bueno, encontrar lo bueno, lo posible, los caminos, los procesos, para transitar de a) lo que esta mal ahora, y b) el resultado. Hacerse cargo, empezar con cosas sencillas, en el mismísimo acto del pensar y decir. Empezar a encontrar las ventajas, los recursos, nuestra propia fuerza transformadora, dentro nuestro, y dejar de culpar el afuera. Aceptar nuestra inclinación natural a “proyectar” lo que nos desagrada, tememos, o amenaza, hacia el otro, y reconocer primero nuestra propia maledicencia, morbosidad, intolerancia. En una palabra nuestra propia agresividad. Solo desde esta mirada interior, que nos incluye como agresivos y maledicente, entender, que a través del proceso educativo, desde el ejemplo, el discurso, la practica familiar y luego los distintos estamentos sociales formales o informales educadores, hemos adquirido recursos para controlar, canalizar, encauzar, estas pulsiones, moduladas reguladas, por un adecuado entrenamiento, manejo, de las pulsiones compasivas, empáticas, de que también, estamos naturalmente dotados los humanos.
Aquí, nuestra “buena educación” nuestra capacidad de benevolencia, de tolerancia, nuestro pacifismo, amabilidad, son manifestaciones de una sociabilización, una humanización, a través de la educación, exitosa. Mas que un merito, es un regalo de nuestro linaje, y las circunstancias.
HACERNOS conscientes, que las pautas mas amorosas convivenciales aprendidas en el seno de la familia primariamente, devienen de un aprendizaje “transgeneracional” a través del ensayo error, de experiencias dolorosas, sin duda dramaticas que permitieron a nuestros ancestros, aprender, entender la relación entre acciones y consecuencias, agresión, compasión, como acciones de daño y culpa, daño y compensación, por autocastigo o venganza de los dañados, etc.
Asi, nuestro orgulloso “humanismo” pacifismo, tolerancia y demás ventajas espirituales, son el devenir de la experiencia familiar, transgeneracional, que recibimos como parte de la totalidad de lo recibido con la vida. Un regalo antes que un merito. Esta comprensión, establece una posibilidad de interactuar, de conectar con el otro, agresor, con su maledicencia, en una posición de ventaja y fortaleza, de modo que no solo no nos arrastra o involucra en el circulo vicioso, de me agredis te agredo, sino que permite, (y solo desde esta posición) desactivar la agresión del otro. Sin sobervia ni desprecio, sino comprensión y firmeza, no se trata de validar ni aun justificar estas conductas maledicente, agresivas o antisociales, sino reconocerlas, como un estadio anterior de nuestro propio acervo, algo que hemos sido, que hemos hecho, en la evolución del linaje, y hemos superado por el aprendizaje transgeneracional. Un logro sistémico de nuestro sistema.
Esta postura, diferencia de otras en su operatividad, en sus consecuencias para todos, favorece la modificación, el cambio en la conducta del agresor, en tanto se le reconoce como un par, un humano y se habilita el recurso superador, el camino, la posibilidad de encontrar el equilibrio, la conducta mas conveniente. Por que la mas conveniente?, porque es la mas económica en términos de energía vital. Las consecuencias síquicas y físicas de estar fuera de las leyes de vinculo y relación humanos, trae la angustia del desequilibrio,(asi nos damos cuenta de la transgresión, ignorada e inconsciente de dichas leyes) y la posibilidad de restituirlo, mediante la compensación positiva, se siente como bienestar y alivio. La benevolencia tiene ese inmediato premio. No es solo una percepción subjetiva o moral. Sino por el contrario se percibe física y síquicamente como bienestar. La angustia, como síntoma del area síquica y cualquier dolencia como síntoma físico, tienen una entidad concreta. Dejar de ver lo malo que hace el otro, la paja en el ojo ajeno, y ocuparse de la viga en el propio. Empezar por uno, solo uno mismo puede cambiar, y eso cambia el conjunto. No podemos cambiar al otro, aun aniquilándolo, eso otro aniquilado, permanece, encarnado en otro humano, en su descendencia, en NUESTRA descendencia, hasta que lo incluyamos, lo reconozcamos como parte también nuestra. Los BUENOS quizá solo seamos aquellos mas agiles para conseguir que nuestra maldad sea ejecutada por otro. Por que nos es tan perentorio desligarnos de lo “malo”, ser o estar en el bando de “los buenos”?
Porque esa necesidad de “inocencia” aunque sea por via del autoengaño, de la mentira, con su costo energético altísimo?
Porque la conciencia, adquirida como condición de lo humano, contiene, junto a los impulsos agresivos de supervivencia ya enunciados, y hoy reconocidos ampliamente, su contrapartida, la COMPASION. Asi hay una conciencia compasiva, que nos hace identificarnos con el dolor del otro, la capacidad de darnos cuenta del efecto que nuestro daño provoca en el otro, y sufrir, en parte con su sufrimiento. He aquí la función ontológica, fundante de lo humano de la CULPA.
Esta perdida del bienestar, este sentirse mal, esta capacidad de la angustia y el remordimiento, nos mueve a accionar para recuperar el bienestar de la INOCENCIA. No podemos dañar, sin sufrir como una identificación, como un ser parte de una red o sistema de pertenencia humana. Y esta angustia del sufrir al hacer o ver a otro sufrir, actua inexorable, como un órgano interno.
Asi de simple, y asi de profundo. Nuestro ser humano consciente, tiene mecanismos de tensión, de contradicción que nos obligan a movernos. Este movernos, es EVOLUCION.Es CULTURA. Asi, por ensayo y error, volvemos sobre nuestras acciones, las evaluamos, analizamos y sacamos conclusiones. Asi APRENDEMOS, y luego trasmitimos esas conclusiones-aprendizajes como cultura. Asi, nos damos LEYES. Normas. Establecemos TABUES. Determinamos, esto no nos conviene hacer, nos socializamos. Desde las pulsiones agresivas básicas, alimento territorio, apareamiento y familia, la compasión, establece nuestros tabues mas ancestrales, no matar, no al incesto, reconocimiento de derechos y obligaciones, que nos ayudan a vivir y convivir, con el menor costo de culpa. Es que la culpa, esa reacción negativa ante las acciones contrarias a la vida, contrarias a ese plan innegable aunque desconocido del universo, tiene entidad real.
No es solo síquica sino física, configura la percepción de la angustia y sufrimiento tanto como la ejecución de síntomas y daños fisiológicos. Nos sube la presión, nos baja, tenemos acidez, colesterol, o un infarto. Tenemos tabues o normas básicas, que son practicamene universales.
No matar, nos remite a nuestro primer crimen, Cain y Abel. La inconveniencia de la endogamia, impulsa el tabu del incesto, y la evolución de la propia dignidad nos presenta el tabu del consentimiento sexual, aunque todavía se ve que no se ha terminado de superar el atavismo mamífero de “tomar la hembra” sin su consentimiento. Sin duda mucho hemos avanzado desde este arcaico ancestro de las cavernas, asi que, paciencia y respeto por nuestro estadio evolutivo.
La ignorancia de estos fenómenos, no exime de sus consecuencias. Por tanto no se trata de una tolerancia impune, donde nada se limita, censura o castiga. Porque mientras la propia naturaleza de nuestro ser, ejecuta estas consecuencias, como limite, dolor, sufrimiento y tragedia ,o sea como un autocastigo, una autocompensacion, el efecto de la generación y aplicacion de normas sociales, devenidas en leyes, ayuda a la organización, promueve el conocimiento y ayuda a la transformación de nuestras conductas, a la vez que permite al victimario restituir en parte su equilibrio, alivia su propio remordimiento y autocastigo, disminuyendo por via del “castigo social” y legal, la carga de su culpabilidad y malestar. La condena, limitación, obligación de reparación, actua aquí a favor del culpable, mas aun que como compensación a la victima.
Como miro y me relaciono con lo que me amenaza o daña del otro?
Le manifiesto internamente, Yo soy como tu, tu eres como yo, ambos humanos, Yo vengo de mi linaje, tu del tuyo, ambos han sido exitosos, pues han traido la vida hasta nosotros.
Asi, reconozco que les hemos hecho daño, y nos han hecho daño. Miro con benevolencia a los que hicieron daño tanto como a los que fueron dañados, miro el daño que te he hecho y miro el daño que has hecho. Eso es pasado, y ahora lo dejo ser pasado, asi,
Me libro de hacerte daño, y te libro de que me hagas daño. Yo aquí, tu allí, sigo mi camino, sigue tu camino. En paz.
Esa posición interna, haría innecesario una confrontación o intercambio de agresiones. Pero, si ya hubiera una historia reciente de agresiones, (del modo sistémico), en que ese otro que quiere agredirnos o nos ha agredido, lo hace como lealtad y venganza a las agresiones que nuestro grupo de pertenencia ( familiar, nación, subgrupo cultural, religión, política, deportiva etc.) le hayan hecho a su linaje en el pasado remoto o reciente.
Asi, surgen esos antagonismos instantáneos, odio a primera vista, que implican historias ignoradas por nosotros en el plano de la conciencia, y “sabidos” por nuestra memoria sistémica, y actualizados en la situación presente, tanto como simpatía y sintonía irracional.En este caso, ambos estaríamos sujetos a esa lealtad de nuestra pertenencia, y sentiríamos la necesidad de confrontar, ajustando cuentas, de ese pasado. Como nos libramos de esa necesidad sistémica de compensar, como agresor o como agredido, como victimario o como victima, las deudas o culpas de ambos linajes?
Reconociendo la posibilidad de que le “debamos algo”, le manifestamos: reconozco el daño que en el pasado pudimos haber hecho a los tuyos. Asi, tomo en mi corazón a las victimas, tanto como a los victimarios, reconozco que ambos estuvieron al servicio, y acepto todo como fue.
Dejo con ellos sus destinos, y honro el precio que fue pagado, asi, quedo libre de esa deuda y te dejo libre de deudas, ahora podemos estar en paz. La naturaleza de estas manifestaciones, a veces no pueden ser explicitas, sino internas, una posición interna de fuerza y serenidad, que rehusa a la confrontación, no con soberbia, sino son sabiduría y comprensión, con benevolencia.
También cuando el daño es historico, y en la actualidad tenemos ventajas conscientes de ese daño, como es el caso de la ocupación de America por los europeos y demás migrantes, se mira cual es la compensación que ahora, se puede hacer sobre los actuales descendientes.
La naturaleza de la compensación debe ser POSIBLE, quiere decir que nunca puede implicar deshacer lo hecho, no puede volverse al estado anterior a lo que paso, pues no es atribución de los descendientes deshacer lo pasado, ambos, deben aceptar el cambio que trajo aquello que ocurrió, y actuar con lo posible hoy. La pretensión de los descendientes de las victimas, de que se restituya lo pasado, impide la reconciliación y la compensación posible, pone la “deuda” como imposible de pagar, de ese modo se mantiene en una lealtad ciega y dañina, hacia el resentimiento, impide la solución, al pretender lo n o posible, obstaculizas y evita lo posible.
Seguramente será muy polémico este concepto, cuando vemos, que descendientes de los victimarios, presumen y representan un desprecio aniquilante, un odio, a esos victimarios de cuyas acciones y culpas les viene la vida. Y asi también ejercen una usurpación de victimidad pretendiendo identificarse, hacer suyo el daño y la reivindicación de los descendientes de las victimas. Queda evidente que es un contrasentido por demás arrogante, absurdo e inadmisible.
Pero sobre todo, sirve? Le sirve a los descendientes de las victimas? No, en realidad no se miran a estas personas en su dignidad y realidad presente. Son casi utilizados como excusa para la misma agresividad que caracterizo a los hechos dañinos del pasado, aunque ya no tienen ni el sentido ni la dinámica que tuvieron cuando estos sucedieron. Asi, se vuelve a ejecutar el derecho a odiar, a vengar, a la agresión, al rencor en suma a la confrontación, simplemente recreando dos bandos, recreando una situación de agresor agredido, actualizada. (volvemos a la dinámica mandril)
También aquí, la dinámica de la lealtad sistémica a impulsos agresivos, beligerantes, se manifiesta en estos supuestos “defensores” o reivindicadores de injusticas pretéritas, en una identificación cruzada, desde sus orígenes familiares de victimarios, hacia los descendientes de las victimas.
La reparación, que sirve, que salda, sana, y cierra el conflicto, es aquel que permite a todos, en la actualidad dejar en el pasado el dolor de los anteriores, tomar la vida que, como fue, como les llego, y ejercer la “justicia” en el presente, con los cambios que los hechos provocaron y que son como todo lo pasado, irreversibles. La compensación aquí, no puede ser del mismo bien perdido, sino de un bien material o inmaterial, equivalente, posible, adecuado a la realidad presente. Pero sobre todo la reparación mas profunda es el RECONOCIMIENTO. Y la aceptación.
Con este concepto, se puede encontrar, una compensación que salde, y cierre, y asi restituya el amor y la concordancia entre los actuales descendientes de aquellas guerras, aquellas injusticias, aquellos crímenes. De otra manera, se hace imposible, se obstruye y se recrean nuevas guerras, nuevas injusticias, nuevos crímenes.
Esta es la filosofía, sobre las que les ofrezco reflexionar, ampliando el campo de análisis, el ECRO, dirían en las ciencias sociales, las posibilidades de solución.
Apéndice: Agresividad: pulsión de supervivencia orientada la alimentación (comer: tomar vida veget. o anim) Compasion: identificación con el otro como propio. Base de las conductas sociales, apego, defensa limita las acciones de las pulsiones agresivas.
Culpa: efecto de la conciencia compasiva, si hago daño, sufro un fenómeno síquico y físico de autocastigo, compensación negativa, guía el aprendizaje de la sociabilización. Nos muestra la consecuencia de las acciones. Nos mueve, a evolucionar por el aprendizaje.
Aprendizaje:cultura, conjunto de conductas aprendidas y trasmitidas de generación en generación.
Sistema : pertenecen a mi sistema, e influyen en mi destino todos aquellos parientes sanguíneos, políticos, y los que hicieron o recibieron un daño de ellos.
Lealtad sistémica: pulsión a hacerse cargo de lo anterior, retrograda, a no cambiar, cumplir mandatos, pagar culpas deudas, tomar venganza, se siente inocente y es infantil. A la vez, una pulsión contraria, nos impulsa a tomar un camino propio, nuevo, a ir mas alla, a evolucionar, aceptando todo lo anterior, agradeciendo y respetando todo lo anterior como fue, y desde allí, hacer un destino, algo propio y diferente, se siente como culpa y nos hace adultos. Ley del dar y tomar: necesidad de equilibrio. Entre pares, solo tomar tanto como se este dispuesto a dar, solo dar tanto como se este dispuesto a tomar. A quien se da sin esperar reciprocidad, se denigra, no se le reconoce igualdad ni capacidad. Solo los padres dan a los hijos sin retribución, y los hijos toman de sus padres, sin devolución. Dra. Maria Magdalena Muñoz Mediavilla 2011
